La Quinoa

Esta pequeña semilla cautiva a quienes apuestan por una alimentación natural y ecológica. Aporta tanta energía y fibra como los cereales integrales, proteínas vegetales muy completas y una cantidad excepcional de minerales.
Sus crujientes granos, poseen un sabor delicado a medio camino entre el arroz y el cuscús, y tienen la virtud de no cansar el paladar ni de "limpiarlo" de otros sabores más intensos. Una vez hechos, quedan sueltos, brillantes, y su germen en espiral les otorga una presencia original que da mucha personalidad a las recetas.
Existen tres tipos de Quinoa :
Quinoa blanca:
La quinoa blanca tiene el sabor más delicado y gracias a su textura ligera queda más esponjosa una vez cocinada. Tal vez es la variedad más versátil, deliciosa como una base para ensaladas, reemplazar el arroz en nuestros platos o darle consistencia a las tortitas.
Quinoa roja:
En comparación con la blanca, la quinoa roja proporciona un poquito más de proteínas y también es más rica en riboflavina. Cocinada, esta variedad tiene un color amarronado y un sabor comparativamente más intenso que la blanca, con un toque más fuerte a nueces.
Combina muy bien en ensaladas, sobre todo las que lleven frutas o frutos secos. Requiere aproximadamente 3-4 minutos de cocción más que la blanca.
Quinoa negra:
La quinoa negra destaca por su contraste de sabor a tierra junto con un toque dulce sutil. Esta variedad queda sabrosa en porridge de avena porque su textura crujiente contrasta con la avena cremosa- ¡además de ser llamativa estéticamente!
Requiere aproximadamente 5-6 minutos de cocción más que la blanca.
El cultivo de la quinoa se inició hace al menos tres milenios, posiblemente en el entorno del lago Titicaca, y fue el alimento básico de las culturas indígenas hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Los antiguos incas llamaban a la quinoa "chisaya mama" es decir, "la madre de todos los granos", y el emperador se reservaba el honor de plantar las primeras semillas de la temporada con herramientas de oro.
Los europeos, a su llegada, trastocaron siglos de relación con la quinoa, pues intentaron erradicarla por todos los medios. Se arrasaron campos de cultivo y se prohibió su siembra bajo la amenaza de severos castigos. Fue sustituida por cultivos como la patata, el maíz o el trigo.
El argumento era que se trataba de un alimento amargo y no panificable, pero algunos historiadores creen que el verdadero sentido de ese rechazo era el carácter sagrado que tenía para los indígenas, y que como símbolo representaba a una cultura que se quería doblegar.
Bien entrado el siglo xx, este extraordinario alimento resurgió de sus cenizas como consecuencia, en parte, de las investigaciones de científicos norteamericanos que sacaron a la luz sus virtudes nutricionales. En 1982 se implantó su cultivo en Colorado, y la NASA se interesó por ella como superalimento para ser cultivado en el espacio.
Propiedades de la quinoa:
En comparación con los cereales tradicionales, la quinoa presenta una elevada cantidad de proteínas (un 13% de su peso, casi el doble que el arroz) con unas proporciones de aminoácidos esenciales que favorecen su asimilación.
Sus hidratos de carbono representan el 69% de su peso y proporcionan 374 calorías por cada 100 g. Por tanto, es una fuente óptima de energía que se libera lentamente porque va acompañada de una buena dosis de fibra (6 g de cada 100).
Además es rica en minerales esenciales, como el hierro (una ración de 60 g aporta el 46% de las necesidades diarias), pero también en magnesio, fósforo, manganeso, cinc, cobre y potasio. También aporta vitamina B2 (el 13%) y B3 (el 9%). Además, no contiene gluten y se digiere bien.
La proporción de proteínas, más alta que en ningún cereal, y el hecho de que no requiera plaguicidas ni fertilizantes, han convertido a la quinoa en un alimento muy apreciado entre los seguidores de la alimentación natural, especialmente los veganos, que tienen en ella un ingrediente de lujo para completar su dieta sin presentar una carencia de proteínas de calidad.
Beneficios para la salud de la quinoa
La quinoa, con su riqueza energética, proteínica y mineral, ofrece un alimento muy completo y adecuado para todas las edades. Estos son algunos de sus múltiples beneficios.
Energía de calidad:
La quinoa es una muy saludable fuente de energía en general, pero resulta idónea si se hace deporte. Por su almidón suministra energía muscular progresiva en los ejercicios de resistencia, una virtud que potencian sus aminoácidos ramificados. Además, sus proteínas aseguran la reparación y el desarrollo muscular en los deportes de fuerza.
Es apta para diabéticos, pues posee un índice glucémico bajo gracias a sus carbohidratos complejos, fibra y contenido en isoleucina, leucina y valina, que equilibran el azúcar sanguíneo.
Más rendimiento mental:
El suministro constante de energía al sistema nervioso favorece el rendimiento mental. También la fenilalanina, que interviene en la síntesis de neurotransmisores que promueven la alerta y el funcionamiento cerebral. A ello se suman el ácido glutámico, el magnesio, el hierro y el fósforo.
Eficaz contra el estrés:
Ayuda en caso de estrés gracias al aminoácido tirosina y al efecto tranquilizante del triptófano y la glicina. Además aporta magnesio, cuya deficiencia altera la transmisión de impulsos nerviosos y provoca irritabilidad y nerviosismo.
La quinoa en la cocina:
La quinoa ofrece un gran abanico de posibilidades para preparar desde platos salados a sofisticados postres.
La receta base para cocinar los granos es sencilla. Se ponen dos medidas de agua a calentar y, cuando rompe a hervir, se vierte una medida de quinoa, se tapa y se deja cocer a fuego medio-bajo hasta que haya absorbido el agua. Suele tardar entre unos 12 y 15 minutos.
Lo importante es echar la quinoa cuando rompa a hervir el agua y vigilar la cocción hasta que los granos estén hechos, es decir, hasta que se vuelvan transparentes y aparezca el germen en forma de colita en espiral.
Cómo eliminar el toque amargo:
La quinoa contiene saponinas, de sabor amargo y que pueden disminuir el valor nutritivo. Todas las quinoas destinadas a consumo humano pasan por un proceso de lavado que garantiza unos niveles muy bajos de saponinas, pero algunas variedades retienen una cantidad que, aunque ya no resulta indigesta, puede dar un ligero amargor a la receta.
Esto se corrige enjuagando los granos bajo un chorro de agua fría antes de cocinarla. Sin embargo, hay que evitar ponerla en remojo durante un tiempo prolongado, ya que entonces las saponinas se adhieren al grano y no se logra eliminarlas.
